Lucila Duval Saint Claire

Fecha de nacimiento : 01-01-1853
Biografía: 

Nació en Estados Unidos, posiblemente en 1853, y se desconoce cuándo fijó su residencia en Heredia, para convertirse en herediana por adopción. Contrajo matrimonio con Juan H. Brealey, empresario que en 1878 construyó la primera cañería de hierro que tuvo la ciudad de Heredia. Juan fue hijo del Dr. Ricardo Brealey, quien vivió en Heredia durante varios años y donde fue médico de pueblo y dueño de un beneficio de café en Birrí de Santa Bárbara, en donde murió en 1864, víctima de una accidente en ese propio lugar.

Su hijo Juan falleció en 1885 y dos años después Lucila Duval contrajo nuevas nupcias con el herediano Genaro Morales Gutiérrez, hijo del acaudalado empresario cafetalero y comerciante don Braulio Morales. Genaro y Lucila se dedicaron al cultivo y beneficio del café y a la compra de nuevas fincas, que bien explotadas les produjo una considerable fortuna que cada día acrecentaban exitosamente.

Aunque Genaro aparentaba una vida saludable el 17 de octubre de 1912, cuando desempeñaba el cargo de Presidente Municipal de Heredia, falleció víctima de un infarto, y Lucila, toda una experta en el negocio cafetalero, sola, no solo lo manejó con gran éxito, sino que lo acrecentó con la compra de más fincas, cuya cosecha del grano beneficiaba en una de sus haciendas que ella denominó Miramontes y en la cual residió gran parte de su vida.

Logros / Periodo: 

En esta hacienda, de 10 hectáreas 8.232 metros cuadrados, tenía Lucila su lujosa casa de habitación, con una instalación completa para beneficiar el café, con una máquina de vapor de 24 caballos de fuerza, despulpadora, descascaradora, un enorme abanico, un clasificador, una estufa y otros implementos.

Bajo su vigilancia, muchos agradecidos peones llevaban a cabo las labores ante una patrona generosa, donde encontraban segura fuente de trabajo y en la hacienda Miramontes, abrigo y protección, pues disponían de tres casas para sus alojamientos.

Lucila no tuvo hijos, pero en un viaje a Estados Unidos, en compañía de su esposo, adoptaron una niña que en 1902 había sido bautizada en una parroquia de Nueva York, con el nombre de Muriel, la que en adelante llevó el nombre de Muriel Morales Duval, y a partir de 1912 fue la única acompañante de la viuda Lucila.

La salud de Lucila no fue buena, algún serio padecimiento la obligó a viajar en 1895 a Estados Unidos en busca de tratamiento16 y ya en su vejez padeció una parálisis que la mantenía en silla de ruedas, hasta el día de su muerte, la cual ocurrió el 23 de julio de 1921, en su amada hacienda Miramontes.

Un mes antes de morir, el 21 de junio de 1921, ante el Lic. Antonio Gutiérrez Benavides dictó su testamento en el que nombra como única heredera y albacea a su hija Muriel e instituye un legado en dinero efectivo de ¢25.000 al hospital San Vicente de Paúl, con la condición de que con esa suma se construya un pabellón de cirugía completo que lleve el nombre de “Lucila y Genaro Morales”. Este es el legado particular de mayor cuantía que el hospital recibió en toda su existencia, y para su administración nombró a la señorita Delia Morales Gutiérrez, su cuñada, a Alfredo González Flores, quizá ya novio de Delia, al Dr. Crisanto Badilla Leitón, quien la asistió durante los últimos siete meses de su vida, a Maximiliano Gurdián Rojas, su yerno, quien el 27 de noviembre de 1920 se había casado con Muriel y a un miembro de la Junta de Caridad de Heredia, para que vigilen que el dinero sea bien invertido, no pudiéndose gastar nada sin antes llevar la aprobación de dichas personas, “quienes custodiarán y velarán porque esta cláusula sean fielmente cumplida”.

Dejó legados a parientes de su primer y segundo esposos, a la enfermera que la cuidaba Annie Florance Phillips ¢5.000 y no se olvidó del mandador general de sus fincas Vicente Vargas, a quien le legó un cafetal de dos manzanas, situado en Pirro, el que ella había comprado a Cornelia Zamora.

Maximiliano Gurdián y Muriel procrearon cinco hijos, Lucila, Maximiliano, José, Salvador y Mario, y fue Salvador quien en 1997 vendió a la Caja Costarricense de Seguro Social, la emblemática e histórica hacienda Miramontes, en la que fue construido el actual hospital San Vicente de Paúl.

Mujeres heredianas que escribieron historia, Lic. Pompilio Segura Chaves, 2016, Pág. 34-36